Lo de ayer
fue perfecto. Una vez más, eres mi musa, mi diosa, y yo tu adorador. Ana Villasante se despierta con la resaca de una
noche con Alejandro Montejano. Las noches con Alejandro Montejano le dejan un
sabor agridulce en la garganta, un burbujeo en el pecho, y a medida que pasan
las horas un sordo dolor de cabeza, que termina con una sensación de
incertidumbre. Al día siguiente comienza la angustia de esperar. De no saber
cuándo será la próxima vez que Alejandro Montejano le ofrecerá otra noche así,
sublime, inigualable.
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