1933. Por la puerta
entreabierta de su habitación, Clara Campoamor escucha el traqueteo incesante
de la máquina de coser en el pequeño salón del piso del centro de Madrid donde
vive con su madre, ya viuda, y su hermano Ignacio.
Por la rendija de la
puerta es capaz de intuir el pie de su madre sobre el pedal, sus manos sobre la
bobina y la tela del traje de seda que está tejiendo para ella. Un traje de
chaqueta gris que mañana se pondrá para acudir al Congreso.
Hace ya varias noches que
no puede conciliar el sueño. Cuando no puede dormir Clara se acuerda de su
padre, de cuando le leía cuentos sentado en el borde de su cama. Le había
prometido que lograría ser abogada algún día.
(...)
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