Ejercicio 3: Diálogo interior.
Te encuentras abatida sobre la cama de tu dormitorio. Todo está oscuro pero aun así percibes las sábanas manchadas de sangre. Tienes la boca seca. Tu cuerpo desnudo huele ácido. Palpas con el brazo a ver si encuentras el teléfono móvil sobre la mesilla. Te levantas dando tumbos. Pero vuelves a caerte y pierdes el sentido…
Enciendes la luz del baño. Estás descalza. No tengas miedo, Laura –dice tu padre con frialdad-, sólo son unos pobres bichitos que huyen cuando te ven. Pero tus piernas se paralizan y luego tiemblan cuando sus torpes caparazones negros corren y se cuelan por las rendijas. ¿Por qué hay cucarachas en esta casa, papá? Es por la calefacción central, se crían en el carbón y toda la casa está infectada.
(...)
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