Entrada destacada

1933. Por la puerta entreabierta de su habitación, Clara Campoamor escucha el traqueteo incesante de la máquina de coser en el pequeño s...

Saturday, April 27, 2019

Victoria Kent



1917. El mar. Le gustaba mirar el mar desde la orilla. Sentir el tacto de la arena fina sobre sus manos. La primera vez que la vio la luz de la playa reflejaba sus cabellos enredados por la sal y la brisa marina. Otro día fueron a la alcazaba. Cogieron las bicis y subieron hasta arriba. Cuando llegaron estaban sin resuello. Victoria se había puesto la boina negra de franela que su padre cosiera con sus manos expertas de modisto. El tercer día lo pasaron en el puerto. Allí vieron partir a los soldados que iban a luchar a Marruecos. Las madres lloraban desconsoladas. Las luces del puerto de Málaga al atardecer de aquel verano de hacía ahora sesenta años se le dibujaban en la memoria como los besos que se dieron, románticos y misteriosos.  (...)

Blancanieves


En el cuento clásico de Blancanieves, al casarse el padre con otra mujer, la madrastra tiene celos de la niña, pues compite con ella por el amor del padre. La madrastra simboliza la parte oscura de la maternidad, la competencia entre madre e hija que camufla el tabú del incesto: la atracción entre todo padre y su hija.

El espejo ante el que la madrastra pregunta quién es la más bella del reino, simboliza la imagen de la mujer, que va cambiando con el paso del tiempo, envejeciendo, y su ansia de inmortalidad. (...)

y aquí en tapa blanda

Caperucita Roja.

Conferencia de la doctora Ana Villasante: 

Caperucita Roja.


Al transmitirse de generación en generación, todos los cuentos clásicos y populares están en el imaginario colectivo, y son un instrumento pedagógico importante desde la más tierna infancia.

En el cuento clásico de Caperucita Roja el padre es el protector, el ángel custodio de la niña, el que vela para que no caiga en los peligros que conlleva su salida al mundo. La madre es la proveedora de alimentos, la que satisface sus necesidades básicas. El cuento fomenta la estructura patriarcal de la familia característica de la sociedad occidental. 
(...)

La bella durmiente

Conferencia de la doctora Ana Villasante:
Análisis de la gestación de la mentalidad patriarcal a través del imaginario colectivo del cuento clásico.

Al transmitirse de generación en generación, todos los cuentos clásicos y populares están en el imaginario colectivo, y son un instrumento pedagógico importante desde la más tierna infancia.

En el cuento clásico de La Bella Durmiente, el padre cumple el papel de represor, convirtiéndose así en modelo pedagógico para la mujer en la sociedad occidental durante siglos. Lejos de dejar a la niña experimentar con el mundo, el padre de la Bella Durmiente la encierra en un palacio para conservar su pureza. (...)

La primera mujer: para descargártelo pincha aquí.


Y aquí si lo quieres en pasta blanda.

Tuesday, April 23, 2019

Carmen de Burgos

1907. Carmen de Burgos desciende del tren en la estación de Atocha. El humo de la carbonilla le ha teñido la cara de negro a la niña que lleva sobre su grueso brazo derecho. En la mano izquierda sostiene una pesada maleta de cartón gris. Allí lleva sus pocas posesiones, las que ha metido deprisa por la mañana, antes de salir deprisa y corriendo para la estación. En su huida cogió cuatro cosas y todos sus sueños. Agarra con fuerza la maleta gris, una  maleta cargada de sueños.

(...)


Monday, April 22, 2019

Malena Rubio

¿Me quito las ligas? Déjalas sobre el sofá de delante de la ventana. Le obedezco. La habitación es luminosa. La suite de lujo del mismo hotel del mismo mes de cada año.  Esta vez me registro como representante de una empresa farmacéutica que acude a un Congreso médico. El joven parece educado. Algo tímido. Hago lo que me dice y me agacho para mostrarle las cachas.

Con la cabeza del revés, con la corbata verde fosforito colgando por entre mis piernas, observo cómo comienza a desabrocharse la bragueta. Me fijo en que aún es más guapo que en la pantalla del ordenador. No debe de tener más de treinta y ocho. Lleva un traje de seda azul marino de los caros. Pelo oscuro, como de emperador romano, tez blanca, ojos grises. Subo la cabeza pero no me vuelvo, y apoyo las dos manos en el respaldo del sofá en una postura largo tiempo estudiada...

(...)

La primera mujer: para descargártela pincha aquí.

La Bella Otero

1965. El veintidós otra vez –gritó Carolina Otero. El veintidós nunca falla. El casino de Montecarlo se encontraba abarrotado. El crupier la miró con desconfianza. Hace rato que parecía desear que se marchara. Rasputín fue mi amante. El crupier sonrió con fingida educación, sin poder ocultar las ganas de perderla de vista. Hubo un tiempo en que mi nombre era Agustina –dijo casi gimiendo. Cuando casi era una niña. Carlolina intentó sin éxito apartar aquellos tristes recuerdos. Sí, hubo un tiempo en que se llamó Agustina, antes de que aquel hombre sucio la atacara en el camino y abusara de ella. El veintidós –pidió de nuevo. Lo apuesto todo al veintidós. El crupier pareció recobrar las esperanzas de que aquella vieja borracha lo perdiera todo y se marchara.


(...)

Margarita Xirgu

1945. Recibirás estas rosas cuando estés contemplando tu imagen frente al espejo. No lo dudes. Sigues siendo tan hermosa como siempre. Josep.

Margarita Xirgu recuerda las palabras que a menudo le dirigía su marido, que ahora ya no podrá enviarle flores nunca más. Ya no podrá asistir al estreno de La casa de Bernarda Alba ni a ningún otro. Tampoco Federico podrá. En Buenos aires, dentro de unas horas, Margarita Xirgu subirá al escenario vestida de luto por su marido muerto para llamar a voces a sus hijas, a las que sojuzgará.  

Años atrás subiría también a un escenario para interpretar a una mujer, pero ésta joven y enamorada, Doña Rosita la soltera. En otra ocasión se fingiría otra mujer que no podía tener hijos. Como Yerma, también ella se había quedado seca, porque cada interpretación era como un parto en el que el hijo se malograse.
(...)


Susana Salgado

(Tres días después del asesinato de Raquel Manjón)

Susana Salgado sintió de nuevo la punzada de culpa de las verdaderas víctimas. La opresión en el centro del pecho, el ahogo sordo de la respiración, el vértigo. Tres días hacía que apenas probaba bocado, desde que el subinspector Contreras dejase el informe forense del asesinato de Raquel Marzal sobre su mesa. Cerró los ojos intentando ahuyentar sus propios fantasmas. Pero el rostro de Raquel Manjón se le representaba una y otra vez. Incluso en sueños. Se le aparecía con las magulladuras todavía coloridas sobre la palidez de cera de la muerte, con las heridas aún abiertas sobre la piel ya sin vida. Con las cicatrices de sangre seca salpicando sus pechos, sus muslos, su pubis. Cerró los ojos de nuevo. Todos nos hemos sentido culpables en algún momento. 
(...)
y aquí en tapa blanda

Inés Olmedo

Materiales aportados por la doctora Villasante para el caso Masaccio.

Ejercicio 1: Visión interior


Acabo de despertarme. El cuerpo de Héctor está a mi lado, como una gran montaña nevada. Blanco, fuerte, generoso. La voluntad es un velo de dolor –repito sus palabras mecánicamente. Cuando me despierto siempre repito algo como una cantinela, lo he hecho desde que era una niña, repetir una canción, un estribillo, un pensamiento caprichoso, el lema de un anuncio, lo que fuera. Y hoy mi cantinela es la frase preferida de Héctor desde que descubriera a Schopenhauer. Me acurruco en su pecho grande, blanco, fuerte. La voluntad es un velo de dolor, como un telón que cubre el fondo del escenario de la vida...
(...)

La primera mujer: para descargártela pincha aquí.
y aquí en tapa blanda

María Lejárraga


1911. María Lejárraga solía sentarse todas las noches a la escasa luz de una pobre bombilla solitaria. Hacía frío. Sus manos cubiertas con los guantes de lana dejaban sus finos dedos al descubierto. Extendía sobre su escritorio de madera de nogal unas cuartillas blancas perfumadas y sobre ellas comenzaba a trazar con maestría signos caligráficos.

Sus dedos pulgar e índice se manchaban de la tinta que soltaba la pluma negra cada vez que la mojaba en el tintero. Había que tener cuidado con la tinta para no emborronar las cuartillas. Y mucho más cuidado con los tachones, aunque María solía escribir de corrido las obras que firmaba con el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra.

Hacía frío. Una polilla revoloteaba alrededor de la solitaria bombilla que pendía de un hilo sobre la mesa en la que María estaba escribiendo. La polilla era negra y contrastaba como una sombra sobre la luz. Los guantes de lana no evitaban los sabañones sobre los dedos afanosos. 

(...)

La primera mujer: descárgatela aquí.

y aquí en tapa blanda

Patricia Ortiz

Materiales aportados por la doctora Villasante para el caso Masaccio

Fragmentos del diario de Patricia Ortiz.


Mi pequeña Esther. Hoy el sol ha salido por fin. Llevaba varios días oculto tras los algodones blancos, casi desde hace una semana en que ingresé en esta habitación de hospital. Tu habitación también tiene algodones blancos. Yo los pinté para ti. Una semana. El tiempo es extraño, se estira y se encoge a nuestra voluntad. La medida del tiempo en un reloj es una manera de objetivar lo que es tan solo una percepción subjetiva, personal. El día, la semana, el mes, el año, son tan solo compartimentos estancos para medir lo inconmensurable. Las sensaciones marcan el flujo, lento o rápido, de los acontecimientos presentes, las sensaciones son las que logran grabar o borrar de nuestra memoria las imágenes de los acaeceres más placenteros o dolorosos, las que anticipan lo que está por venir haciendo el presente más sufriente o llevadero. 

(...)


La primera mujer: descárgatela aquí.
Y aquí en tapa blanda.

Raquel Manjón

Materiales aportados por la doctora

Villasante para el caso Masaccio.

Audición de fragmentos de las sesiones segunda, tercera y cuarta de Raquel Manjón. 


     Puedo recordar una imagen. Me encuentro perdida en mi habitación. Sin saber qué hacer, se me pasa el tiempo. El disco de Mecano aún suena en mis oídos. Me raya. No hay nadie al otro lado de la cama. Ricardo se ha debido de ir a casa de sus padres. La noche anterior estuvimos hasta altas horas escuchando a Mecano en un pub de Bilbao. Nos habíamos fumado unos canutos y tal vez mezclamos demasiadas porquerías. A Ricardo le encanta el calimocho. Y luego Sonia se puso muy pesada con el Licor 43. Antes de acostarnos de nuevo nos fumamos unos petas. Pero he tenido un sueño chungo, lleno de pesadillas. Mi cabeza aún da vueltas. Hay un montón de discos revueltos bajo el tocadiscos, como en la canción de Mecano.

            (...)

La primera mujer: descárgatela aquí.

Y aquí en tapa blanda.

Laura Menéndez

Ejercicio 3: Diálogo interior.

Te encuentras abatida sobre la cama de tu dormitorio. Todo está oscuro pero aun así percibes las sábanas manchadas de sangre. Tienes la boca seca. Tu cuerpo desnudo huele ácido. Palpas con el brazo a ver si encuentras el teléfono móvil sobre la mesilla. Te levantas dando tumbos. Pero vuelves a caerte y pierdes el sentido…

Enciendes la luz del baño. Estás descalza. No tengas miedo, Laura –dice tu padre con frialdad-, sólo son unos pobres bichitos que huyen cuando te ven. Pero tus piernas se paralizan y luego tiemblan cuando sus torpes caparazones negros corren y se cuelan por las rendijas. ¿Por qué hay cucarachas en esta casa, papá? Es por la calefacción central, se crían en el carbón y toda la casa está infectada.
(...)


Mercedes Betanzos


¡Vamos, dale, George! ¡Aparta, déjanos paso! Aprieto el acelerador del Mercedes negro descapotable. Trescientos caballos. Ciento cuarenta por hora. ¡Vamos, sal de ahí! No querrás que me vaya sin despedirme de ti. Siempre te vas y nos dejas solas, a mamá y a mí. Te odio. La autovía de La Coruña es nuestra. Las líneas blancas bailan al compás que marca George. La danza de la muerte. Las luces del casino de Torrelodones han quedado atrás. Una gran recta y George Clooney alcanza los ciento cincuenta. Marinetti dijo Un descapotable es más bello que la Victoria de Samotracia. La vida es movimiento, cambio, velocidad. Tan sólo existe el futuro. Estar siempre un paso más allá. La quietud es la muerte. George Clooney se pone contento los sábados de madrugada cuando regresamos a Madrid después de una noche lúcida. 

(...)


Carmen de Burgos

1907. Carmen de Burgos desciende del tren en la estación de Atocha. El humo de la carbonilla le ha teñido la cara de negro a la niña que lleva sobre su grueso brazo derecho. En la mano izquierda sostiene una pesada maleta de cartón gris. Allí lleva sus pocas posesiones, las que ha metido deprisa por la mañana, antes de salir deprisa y corriendo para la estación. En su huida cogió cuatro cosas y todos sus sueños. Agarra con fuerza la maleta gris, una  maleta cargada de sueños.

Cuando desciende del tren ve reflejado su cuerpo grande y fuerte en los cristales del interior de la estación. Su porte parece ahora más fuerte que hacía unas horas, arrugada frente al brazo de su marido. Ahora esa mujer que le devuelve el reflejo de los cristales vuelve a caminar erguida. Parece otra. Una extraña a la que quiere alcanzar para meterse en su cuerpo. Apoya la maleta gris llena de sueños en el suelo de la estación. Siente sus pies firmes sobre la tierra.
(...)


Clara Campoamor


1933. Por la puerta entreabierta de su habitación, Clara Campoamor escucha el traqueteo incesante de la máquina de coser en el pequeño salón del piso del centro de Madrid donde vive con su madre, ya viuda, y su hermano Ignacio.
Por la rendija de la puerta es capaz de intuir el pie de su madre sobre el pedal, sus manos sobre la bobina y la tela del traje de seda que está tejiendo para ella. Un traje de chaqueta gris que mañana se pondrá para acudir al Congreso.
Hace ya varias noches que no puede conciliar el sueño. Cuando no puede dormir Clara se acuerda de su padre, de cuando le leía cuentos sentado en el borde de su cama. Le había prometido que lograría ser abogada algún día. 
(...)


Ana Villasante

 Lo de ayer fue perfecto. Una vez más, eres mi musa, mi diosa, y yo tu adorador. Ana Villasante se despierta con la resaca de una noche con Alejandro Montejano. Las noches con Alejandro Montejano le dejan un sabor agridulce en la garganta, un burbujeo en el pecho, y a medida que pasan las horas un sordo dolor de cabeza, que termina con una sensación de incertidumbre. Al día siguiente comienza la angustia de esperar. De no saber cuándo será la próxima vez que Alejandro Montejano le ofrecerá otra noche así, sublime, inigualable.

Blog Archive